Reflexiones desde San Blas en tiempos de cuarentena – Día 7º

Unidad Pastoral de San Blas
Parroquia de la Candelaria

Día séptimo del Estado de Alarma.
Viernes, 20 de marzo de 2020.

La parroquia de la Candelaria, esta sumida en la tristeza y la esperanza, tras la muerte final por coronavirus de Agustina, mujer de profunda fe; una especie de heroína social del barrio, cuidadora y abogada constante de los más pobres, y de una sensibilidad extraordinaria con las personas rotas por la vida, a las que nunca juzgaba, y a las que siempre ayudaba, fuesen quienes fuesen. La sociedad siempre estará necesitada de personas de esa sensibilidad social y de esa congruencia entre su fe y su acción al servicio del bien de los más pobres. Que Agustina y los cientos de personas que están muriendo estos días en nuestra ciudad, en España y en el mundo descansen en paz. Oremos.

Con tanto sufrimiento como se nos acumula día a día, ¿qué es hoy lo más importante para una persona de fe o de buena voluntad? Hablando de cuál es el mandamiento más importante, Jesús nos dice en el Evangelio de Marcos 12: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay mandamiento mayor que éstos.»

La mente se te enzarza y enrevesa, bien por la dureza de la existencia en el planeta, nuestro hogar, o bien por este tozudo y malvado coronavirus, que somete a las personas a un estado anormal de enfermedad o de muerte. Y eso nos afecta a todos, y nos mantiene amedrentados y amenazados. En ese momento recurre al amor, que es fuerte y servicial. Céntrate en la potencialidad del amor que vive en tu corazón.

Pero, ¿sonará a música celestial que lo importante sea centrar nuestro corazón y nuestra mente en la escucha atenta de un Dios de amor? ¿Sonará a falso y caduco que el fundamento del amor, que nace en Dios, nos lleve a amarle, y a aprender a amar comprometidamente a los pobres, los hermanos o los enemigos? ¿Sonará a extraño que hemos de amar desde las dificultades y las atrocidades de la vida, y no dando nunca la espalda a los males que nos afligen? La tarea, no lo dudéis, es amar. Los males nos vienen de la ambición y del individualismo. Y cuando nos llega una situación traumática y desconocida como esta, hemos de poner, para no encerrarnos en nosotros mismos, un empeño especial en amar, y amar sin medida, sin fronteras, amar para hacer posible un cambio radical en nuestras vidas y en nuestra sociedad.

Se te da ahora un tiempo prolongado para aprender a amar de verdad. Y para eso has de traspasar las paredes y las puertas de tu casa. Has de mirar por las ventanas, y adivinar el dolor o el bienestar, el sufrimiento o la alegría, la opresión o la esperanza en la que viven tus vecinos, amigos, desconocidos, e incluso enemigos. Mira, adivina, abraza invisiblemente, acércate con el corazón, libera y levanta al otro con el alma, estate atento, perdona, repiensa la vida, oriéntate hacia el bien, abandona el egoísmo insolidario y la rigidez, cuida y déjate cuidar, anímate, ayuda a salir de las pobrezas o la enfermedad, consuela, ama.

Siéntate. Haz silencio. Coloca bien la espalda. Pide el aliento del Espíritu. Respira con sosiego. Y ahí, empieza despacito a traer personas ante ti, una a una, vivos o difuntos, de la familia, la vecindad, los amigos, los desconocidos, los enemigos. Y a cada uno, de pie, dale un abrazo espiritual y amoroso que los traspase y que también te traspase a ti. Y sitúa a todos formando parte de un gran Cuerpo en el que todos somos hermanos. Ríe, llora, acaricia, da paz, recibe paz.

Ábrete a un mundo nuevo, en unidad, con naturalidad, con austeridad, en gracia, en libertad, con fe, con inteligencia, con decisión, con amor. Cuidémonos.

El tiempo corre, vuela, pero a algunos se les hace pesado y cansino. El amor, las llamadas telefónicas de unos a otros, el buen humor, el movimiento, los aplausos, la alegría que vence al dolor y la tristeza, la escucha nos ayudan mucho. Da tu cariño a tu gente.

Buen día. Sonríe. Ama.

 

Antonio García Rubio.

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