Textos de los Padres de la Iglesia

“Nada haya en vosotros que pueda dividiros, sino formad todos unidad con el obispo, y con los que os presiden a imagen y siguiendo la enseñanza de la realidad incorruptible. Así como el Señor no hizo nada sin el Padre, siendo una cosa con él -nada ni por sí mismo ni por los apóstoles- así tampoco vosotros hagáis nada sin el obispo y los presbíteros. No intentéis presentar vuestras opiniones particulares como razonables, sino que haya una sola oración en común, una sola súplica, una sola mente, una esperanza en la caridad, en la alegría sin mancha, que es Jesucristo” (San Ignacio de Antioquía, Carta a los de Magnesia, 6-7).

 

“Trabajad unos junto a otros, luchad unidos, corred a una, sufrid, dormid y despertad todos a la vez, como administradores de Dios, como sus asistentes y servidores. Tratad de agradar al Capitán bajo cuya bandera militáis y de quien habéis de recibir el sueldo. Que ninguno de vosotros sea declarado desertor. Vuestro bautismo ha de permanecer como vuestra armadura, la fe como un yelmo, la caridad como una lanza, la paciencia como un arsenal de todas las armas» (San Ignacio de Antioquía. Carta a san Policarpo VI, 1-2).

 

“Vuestro colegio de presbíteros, digno del nombre que lleva, digno de Dios, está tan armoniosamente concertado con su obispo como las cuerdas con la lira (…) Por eso, con vuestra concordia y con vuestro amor sinfónico, cantáis a Jesucristo. Así, vosotros, cantáis a una en coro, para que, en la sinfonía de la concordia, después de haber cogido el tono de Dios en la unidad, cantéis con una sola voz» (San Clemente Romano. Carta a los Corintios IV, 1-2).

 

“Aunque todos se persignaran, respondiendo amén y cantarán el aleluya; aunque todos recibieran el bautismo y entraran en las iglesias; aunque hicieran construir los muros de las basílicas… sin embargo, lo único que diferencia a los hijos de Dios de los de Satanás es la caridad” (San Agustín).