Unidad Pastoral de San Blas
Parroquia de la Candelaria
Día quincuagésimo. Estado de Alarma.
Sábado, 2 de mayo de 2020.
Buenos días, paseantes, deportistas…
Ayer comenzamos el mes de mayo, con la fiesta de san José Obrero, y nos unimos a las aspiraciones del mundo laboral. Hoy, en la fiesta sin celebraciones de la Comunidad de Madrid, tan duramente castigada por la pandemia, nos sentimos animados ante la posibilidad de salir a dar un paseo, y de abandonar brevemente la reclusión de estos cincuenta días. Demos gracias a Dios.
El mes de mayo está marcado en la tradición católica por la advocación de la Virgen María. Ella fue una mujer peregrina desde que decidió ponerse en camino, para compartir el embarazo y la dicha con su prima Isabel. Ella caminó hasta Belén para dar a luz a su hijo. Ella viajó buscado refugio hasta Egipto, para recordar con José y Jesús niño el drama de la esclavitud del pueblo de Israel, y el de millones de refugiados a lo largo de la historia. María retornó caminando hasta Nazaret, con el fin de facilitar la preparación y la vida oculta de Jesús, junto a José. María no dejó de andar y peregrinar en la vida pública, junto a su hijo y sus discípulos, anunciando el Reino por Galilea, hasta llegar a Jerusalén y colocarse bajo la Cruz. Ella acompañó el camino de la naciente Iglesia en Jerusalén y la acompañó por cuantos caminos pudo. Y ella sigue peregrinando y caminando junto a la Iglesia a lo largo de los siglos, hasta el día de hoy. María, caminante y peregrina, acostumbrada a pisar diferentes barros, y acompañar lágrimas y esperanzas. Hoy pedimos su intercesión al necesitar ser acompañados en los primeros y novedosos paseos por nuestro barrio tras cincuenta días confinados Y recordamos con ella, en este inicio del mes de mayo, de modo especial, a cuántos tienen miedo de afrontar de nuevo la salida a las calles.
Como niño recién nacido, te enfrentas a dar unos pasitos, y realizar unos respiros, que te resultarán reconfortantes, e irán abriéndote el apetito de volver a pisar la calle; de volver a tomar contacto con tus vecinos; de volver a encontrar cerca de ti pasos hermanos, que llevas sin oír ni sentir desde hace 50 días, tras anunciarse el Estado de Alarma. Goza ya con el hecho de pensar e imaginar en esta vuelta cuidadosa, medida, protegida y anhelada a pasear. Paso a paso. Nota las piernas. Siente la cabeza y el corazón en armonía y en libertad. La sabrosa libertad. Gózala. Déjate ganar por ella. No hay nada, salvo el amor, que se la pueda asemejar.
El paseo, tiene hoy una parte de reencuentro contigo mismo, con tu cuerpo, poco ejercitado, y con tu movimiento acompasado. Concentra tu atención en tus músculos en movimiento, en tus primeros pasos, y en los siguientes. Experimenta al ser humano, al hijo amado de Dios, que tras una larga parálisis, vuelve a ponerse en movimiento junto sus hermanos, con los seres vivos, con la naturaleza exultante que crece sin parar, con la Tierra y con el Universo entero, que sigue su curso, su movimiento, y su vida con fidelidad absoluta. Disfruta con paz de esta posibilidad de ver como todo tu organismo, tu persona, canta y se alegra por algo tan sencillo y elemental. Y, empieza así, humildemente. Hazlo aprendiendo a vivir de nuevo, pero ahora sin prisas, sin barreras ni muros mentales, y dejándote sorprender por todo. Mira tu ciudad, el barrio, la vida que fluye, a tus vecinos, aunque sean desconocidos, con ojos nuevos. Déjate llevar por esa sensación de que, en medio de las dificultades, puedes hacer posible un mundo nuevo y fraterno. ¿Podrás atreverte a decir “buenos días” o “buenas tardes” a los caminantes como tú?
Y una cosa más. Si caminas en soledad, sin compañía, no dejes pasar la oportunidad de orar con tu mente, tu silencio, tu respiración, tu corazón. Hazlo con alguna de las oraciones que sabes de memoria, y sobre todo con una fluida conversación y comunicación, de Tú a tú, con el Señor. Que tu paseo se convierta en una larga oración. Que sea un paseo como si se tratara de un tiempo sagrado, en el que puedes mantener una relación de gratitud y de amistad con Jesús. “La oración es un trato de amistad con Jesús.” Un amigo que camina en amistad con su Amigo. Se reza muy bien mientras se camina, y se saluda con los ojos, con una sonrisa, con una palabra, o con un humilde gesto a los hermanos con los que te cruzas. Hay tanto de que hablar; hay tantos dolores propios y de los hermanos y vecinos que comentar con Él; hay tanto amor que sentir y proyectar sobre este mundo herido; hay tanto que compartir con Él sobre las angustias del futuro, sobre la necesidad de trabajo o de afecto, sobre las dificultades de la familia o de los vecinos. Y además, mirar, contemplarlo todo con los ojos del amor. Y agradecer como un niño, con alegría, el estar de nuevo en la calle. Y bendecir. “Bendecid, sí, no maldigáis.”
Al concluir el paseo, notarás que hoy es un buen día para sentirte acompañado por María. Reza junto a ella unas avemarías. Y hazlo por nuestra ciudad y por nuestra Comunidad de Madrid. Goza rezando un poquito en este día de Fiesta. Hemos vivido días de mucho dolor. Pon todo ese dolor en las manos de María, sin olvidarte de los difuntos, las grandes víctimas, y de sus familias. Ella sabe bien como colaborar para su salvación o sanación.
Padrenuestro…
Ave María…
Antonio García Rubio.