El próximo día 1 de febrero de 2022, se inaugura en la parroquia de San Jerónimo el Real, la exposición itinerante de fotografía PUNTO Y SEGUIMOS. LA VIDA PUEDE MÁS, promovida por el Departamento de Trata de Personas de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y Promoción Humana. La exposición da protagonismo a víctimas y supervivientes de trata, creando un relato en imágenes con la voz textual de las víctimas.
Con motivo de la VIII Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, convocada por iniciativa del Papa Francisco cada 8 de febrero, coincidiendo con la fiesta litúrgica de santa Josefina Bakhita, la diócesis de Madrid acogerá la exposición itinerante Punto y seguimos. La vida puede más, organizada por el Departamento de Trata de Personas de la Conferencia Episcopal y la Comisión Diocesana contra la Trata, integrante de la Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de la diócesis de Madrid.
La muestra, que se podrá ver del 1 al 15 de febrero en la parroquia San Jerónimo el Real (C/ Moreto, 4), y del 17 al 27 de febrero en el espacio O_Lumen (C/ Claudio Coello, 141), la formane 41 fotografías realizadas por el fotógrafo Fernando Mármol cuyos protagonistas son hombres y mujeres víctimas y supervivientes de la trata, que además comparten sus vivencias en los textos que acompañan las imágenes.
El objetivo es mostrar la realidad de la trata y la capacidad de las personas para superarla tras salir de ella. «Cuando esta gente te coge tu voluntad ya no cuentas» o «¿te han puesto precio a ti alguna vez?» reflejan la experiencia real de quien entiende que a nadie le importa lo que le pasa. Pero también la esperanza de salir adelante: «Qué importante es ser libre, ser respetada y sentirse querida». La muestra visibiliza los efectos de este «auténtico crimen contra la humanidad», tal y como lo define el vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de Madrid, José Luis Segovia. Ante esto, se precisa un «contundente respaldo a las víctimas por parte de las legislaciones, y la más entrañable acogida y acompañamiento por parte de la Iglesia». Una Iglesia en la que, en palabras de la coordinadora de la Comisión Diocesana contra la Trata, Ana Almarza, «nos sigue preocupando el aumento de personas víctimas de la trata por cualquier tipo de explotación». Por eso, «cada vez estamos siendo más comprometidos desde el trabajo en red entre las instituciones de Iglesia y las civiles».