EL CARDENAL COBO CELEBRA LA NAVIDAD EN LA PRISIÓN DE SOTO DEL REAL

El cardenal junto a Paulino Alonso, capellán de Soto del Real                                                                                                  Foto: María Yela. Pastoral Penitenciaria

 

Durante la mañana del 27 de diciembre el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha realizado una visita pastoral a la prisión de Soto del Real. Allí ha celebrado una Misa en la que han participado alrededor de 300 internos, tres de los cuales (Marcos, Miguel Ángel e Ignacio) han recibido, también los sacramentos de iniciación cristiana.

«Hemos creado realmente un portal de Belén, sintiendo que los presos son portales de Belén donde nace Dios», explica María Yela, delegada de Pastoral Penitenciaria de la archidiócesis de Madrid. Yela, explica que, durante la Navidad, «celebramos que Jesús viene un año más durante la Navidad. Nosotros podemos darle vida y conseguir que crezca en nosotros». Es importante, incide, recordar que Jesús está en nosotros y que los bautizados «somos luz e hijos de la luz», con independencia de nuestros fallos.

Los presos no son invisibles

En conversación con Alfa y Omega, el cardenal Cobo afirma que «hay que acabar con el mito de que el preso es un ser distinto, son personas que tienen su dignidad y que estén encerrados no quiere decir que sean invisibles», y propone la Navidad como el momento perfecto para recordar «que Dios viene a nuestros portales estén como estén, todos somos dignos». También ha valorado el buen ambiente de oración que existe entre los presos que acuden a las Eucaristías, porque es gente acostumbrada a afrontar las heridas de la vida».

El cardenal considera que tiene especial sentido hacerlo en Navidad porque la prisión, «al igual que el primer belén, está fuera de la ciudad para que a la gente le sea más difícil llegar». Los presos, al igual que los pastores, «son gente que no eran bien vista en la sociedad, pero fueron los primeros en recibir a Cristo». Y señala, e insiste en que lo dice en serio, que durante la Misa le parecía escuchar «a los ángeles del portal de Belén porque [el penal] tiene un coro precioso que canta con mucho fervor». Lo que le lleva a definir la cárcel como «un lugar para reconocer que Dios nace y pide ser reconocido por todos».