Esta mañana, se te ofrece un feliz año nuevo, 2025, para ti, tu familia, tu comunidad y para la tierra y la humanidad enteras.
Este 1 de enero, tras un buen despertar, sábete bien entrelazado y confiado en las manos del que es «la esperanza que no defrauda».
El año nuevo, ya está aquí, y es santo en memoria del nacimiento de Jesús. Para que puedas cultivar, sin despreciar las dificultades, que no serán pocas, la esperanza. Ella, que nace en el Amor, te ayudará a mantener siempre encendida, en tu alma, la llama de amor viva y cálida, para que puedas compartirla.
Sonríe. Has sido elegido de nuevo para que cuides de la vida, y lo hagas de modo confiado, como un niño, de modo pacífico, justo, sano y saludable, y para que el don y la bendición que te acompañan lleguen a «todos, todos, todos».
No te pierdas en considerar en exceso el poder asfixiante, pero aparente, «que no es», pues se esfumará. Mantente en medio de las pruebas, y trabaja con gozo el regalo que tú mismo eres, como servidor y como ayuda cotidiana, concreta, y amorosa, para cuantos te rodean.
Él siempre te mantendrá la fuerza, la energía y la gracia que necesitas para realizar tu valioso y humilde cometido. «Porque suyo es el reino, el poder y la gloria por siempre, eternamente».
Da gracias por lo descubierto en el 2024, y muéstrate, a lo largo de este nuevo año, alegre, esperanzado y disponible para los abandonados y para cuantos caminan y buscan.
Espera. Confía.
Paz y bien. Feliz Año 2025.
Antonio García Rubio