“La gloria de Dios es hacer que el hombre viva” (S. Ireneo).
“Si quieres construir un barco y navegar, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres y mujeres el ANHELO por el mar” (A. Saint Exupery).
“Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación…. (EG 27).
“Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una Espiritualidad de la comunión como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades”; “Los espacios de comunión han de ser cultivados y ampliados día a día, a todos los niveles, en el entramado de la vida de cada Iglesia” (S. Juan Pablo II NMI nº 43 y 45).
La Comisión Diocesana por la Comunión surge por la necesidad de despertar el anhelo de la comunión que ya existe en todos los bautizados. La Comunión no se puede institucionalizar, como no se puede institucionalizar el alma o el Espíritu. Nace íntimamente unida a la vocación y misión propia del Obispo, y por tanto, a la vocación y misión de la Iglesia, de todos los bautizados en la Comunión Trinitaria.
“ENTRE TODOS, CON TODOS Y PARA TODOS”. Hemos de partir del hecho fundante de que nuestro Dios es un Dios Trinidad, comunidad, pueblo, cuerpo, familia. En la Iglesia “todos somos responsables y custodios de todos, cada uno desde el carisma y ministerio recibido”. “Dios que nos ha creado sin nosotros, no ha querido salvarnos sin nosotros” (San Agustín). Se hace urgente despertar la Conciencia de que ES toda la comunidad el SUJETO eclesial llamado a cuidar y velar por la comunión en unidad y corresponsabilidad –cada uno desde su carisma- con los pastores, en este ministerio de Servir para Unir. Todos somos centinelas responsables y custodios de que la Espiritualidad de la comunión y participación sea la que impulse guíe y desde donde se articule todo en la Diócesis. “Todos somos responsables y cuidadores de todos” desde el Evangelio y el clamor de nuestros hermanos.
Esta Espiritualidad de la Comunión y la Participación, es una llamada a una renovación profunda de cada uno y al mismo tiempo un revulsivo de conversión y humanización de toda la iglesia. “Soy humano y nada humano me es ajeno”(Terencio). Humanizar sus instituciones, celebraciones, instalaciones, ministerios pastorales… con la acogida, buen ambiente, confianza, escucha, afectos y también con una profecía conjunta y misericordiosa que ponga en marcha la revolución de la ternura y el Amor.
La Espiritualidad de la Comunión es la realidad esencial y constitutiva de nuestra vocación cristiana, que compete a cada uno en particular y a toda la comunidad eclesial. La Comisión pretende hacer hincapié y resaltar la identidad cristiana, la que nos da el hecho de ser bautizados y por tanto consagrados, sacerdotes y profetas de Cristo Jesús, hijos amados del mismo padre y llamados a la perfección y santidad evangélica en igual dignidad.
Estamos llamados a adquirir una “Conciencia más honda” de Comunión Trinitaria que nos identifique y defina. Todos somos Comunión. Es una llamada y prioridad de toda la iglesia y no solamente de unos pocos llamados y especializados.
¿No será que hoy lo que más necesitamos, es ese ANHELO, esa ALMA, esa VIDA y ese VIENTO del Espíritu que renueva, remueva y nos haga volver la mirada al manantial del Evangelio?
La comunión es un don y una gracia y al mismo tiempo una tarea, que nos hace transcender e ir más allá de nuestros particularismos, ensimismamientos y autorreferencialidades. Es una llamada a “SERVIR PARA UNIR” como pequeña badila de comunión, que remueve la ceniza, reúne y aviva los rescoldos. Una llamada a ser memoria y acicate de la comunión.
La Comisión Diocesana por la Comunión Eclesial quiere ser un pequeño cauce de Comunión participativa, abierta, dinámica, creativa y reconciliadora, que vaya tejiendo redes invisibles y puentes transitables para todos, al mismo tiempo que vaya despertando a una nueva conciencia, la conciencia del «Todos Uno», para el Reino, para el Bien de todos, como iglesia de Jesús.
<< Se nos ha regalado una Misión compleja y delicada de “corresponsabilidad” y confianza con nuestro pastor y que solo se puede realizar, con humildad y mediante la oración y contemplación Trinitaria. Consiste en una tarea de Despertar, cultivar y alentar el gusto, la dulzura, la atracción y el anhelo precioso, inefable, frágil, maravilloso y entrañable por la Comunión Trinitaria, y hacerlo y vivirlo como precioso don encarnado en nuestro corazón y en nuestra conciencia bautismal desde el vientre de nuestra madre, donde ya fuimos consagrados como Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo. Por que “Sólo se da lo que se tiene y sólo se comunica lo que se vive”.>> (Actas de la 2ª reunión de la CDCE del 13 de diciembre de 2017)