Reflexiones desde San Blas en tiempos de cuarentena – Día 13º

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Unidad Pastoral de San Blas
Parroquia de la Candelaria

Día décimo tercero del Estado de Alarma.
Jueves, 26 de marzo de 2020

 

Buenos días.

Hoy, el evangelio de Juan nos dice algo sustancioso. Escucha: «Os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis.» Es el drama de Jesús. Su pueblo no le escucha. Cualquiera que llegue, y sepa vender una moto, aunque sea estafa, a ese le oyen y le siguen.

Nosotros estamos expuestos a una gama infinita de noticias falsas. A ellas les prestamos atención. ¿A quién no le duele la cabeza de abrir WhatsApp falsos o manipuladores. Puede que, sin querer, los utilicemos como consumo. Pero eso nos va matando el alma. Los que fabrican noticias falsas, conocen bien esta fragilidad. Saben cómo desangrarnos y alejarnos de la verdad que hemos de buscar y cuidar con pasión cada día.

Una de las tareas que podemos aprender en el silencio de la oración de estos días cruciales, es la de retornar al amor y al cuidado de la verdad. Así nos alejaremos del consumo de noticias falsas, amañadas o manipuladoras, que atacan la mente y la conciencia, nos hacen creer que todo es igual de falso, y que nada merece la pena fuera del consumo. Podemos estar acostumbrándonos a lo falso. Y alimentar el vicio de consumir imágenes, fábulas, mentiras, milagrería, fantasía, morbo… Consumo. Es un mal juego que nos peta por dentro y nos hincha la mente y el corazón. Y acabamos perdiendo la inocencia, y el gusto por lo bueno, lo bello y lo verdadero. «Yo soy en camino, la verdad y la vida», dice Jesús.

Estamos en el centro de una pandemia que no sabemos qué busca, ni cómo ha nacido. Y está llevando al límite nuestro equilibrio humano, económico y social. Ahora que vemos el juego peligroso en el que estamos metidos, nosotros, desde el silencio orante, que recupera la conciencia, caminemos hacia una búsqueda humilde de la verdad. Hagámoslo desde nuestro sufrimiento y, muy especialmente, desde el dolor de aquellos a los que les toca de lleno la enfermedad y la muerte. Y al ver nuestro ambiente personal, familiar y social lleno de pesar, abandonemos lo que no es.

Concentremos nuestra mirada en esta humanidad rota, dolorida, que desconoce hacia dónde van sus pasos; y en quien pueda darnos una respuesta verdadera. Para los creyentes, Jesús sigue siendo el Maestro que orienta los pasos de la humanidad crucificada. Pon en Él los oídos, y escucha; los ojos, y ve; la mente y el corazón, y comprende.

Préstale atención. No mires a los que ofrecen consumo barato. Deja que aparezca en tu vida, de nuevo, el amor a la verdad, a la vida, a la sencillez, a la naturalidad, a la humildad, al deseo de servir, a la mirada limpia y generosa por los demás, al cuidado de la naturaleza y del mundo animal, a la vida en libertad, fraterna, austera y compartida, al placer de estar felizmente juntos y gestionando la existencia entre todos, con todos y para todos, a un amor infinito a sabernos en comunión, a la práctica diaria de la justicia y de la paz.

Escucha a Jesús, y volverás de nuevo a la casa del Padre, a la casa común, a vivir ensamblado y libre, en el puro amor a la verdad, la belleza y la bondad. Marca hoy en tu silencio el inicio de un tiempo nuevo, alejado de poderes que destruyen vidas y haciendas. Y aprende a escuchar desde el sufrimiento propio y el ajeno. Deja a un lado lo que no es. Y vive para amar y cuidar a los demás.

 

Ayer se me rompió el ordenador. Estoy escribiendo un libro y me quedé tirado. A él le iba dedicando una parte importante de las tardes de la cuarentena, pero, ahora, no funciona nada. No sé si está guardado y seguro mi trabajo. En otras ocasiones, me hubiera puesto de los nervios. Pero en esta, cuando me comunicaron lo que le sucedía, sonreí, le di gracias a Dios, y le dije: «Esto es lo menos importante. Lo importante son mis hermanos, mi gente, y lo que nos está pasando.»

Escucha y ora. Retorna a lo sencillo, a lo humilde, a lo que va a perdurar cuando acabe esta vida. Vuelve al centro, y goza entregando lo que eres. Esa es la verdad que buscas. Y no tiene dobleces. Buscar a Cristo es tu ganancia.

Al acabar el día, entre muchas y dolorosas noticias, llegaron las de las muertes, entre otras la de otro primo, José. Descansen en paz los se van cada día con el Señor. Y continuemos orando sin descanso por los enfermos. Y por los que están entregados a ellos y a todos. Ellos son los que escuchan y cumplen la verdad del Evangelio.

Recemos el Padrenuestro y el Ave María, unidos a toda la humanidad.

 

Antonio García Rubio.

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