Reflexiones desde San Blas en tiempos de cuarentena – Día 15º

Free picture (Bonfire) from https://torange.biz/bonfire-9374

 

 

Unidad Pastoral de San Blas
Parroquia de la Candelaria

Día décimo quinto del Estado de Alarma.
Sábado, 28 de marzo de 2020.

Buenos días, hermanos y amigos.

Manteniéndonos abiertos a la luz, vamos desvelando algunos misterios de la vida humana, que generalmente se nos ocultan y desconocemos. Hoy querría acercaros a la contemplación de dos de ellos. Los dos importantes. Y nos ayudarán en la situación de abajamiento y de humillación en las que nos toca vivir con la enfermedad y el encerramiento en las casas. Es la misma situación de pobreza, enfermedad y desamparo que vivió Cristo Jesús al hacerse uno de tantos entre nosotros. Se puso como uno más en la cola de los pecadores, y adquirió nuestra condición humana de abajamiento y humillación. Uno de tantos.

El primer misterio es la llama que arde en nuestro interior. Somos fuego por dentro y lo insuflan nuestros pulmones y nuestra respiración. Cuando dejamos se respirar, desaparece la llama y nos quedamos fríos e inertes. Nos mantiene vivos el calor de la llama. Y esa llama no es otra cosa que el amor. «Cuando el hombre ama, decía Hörderlin, es un sol que todo lo transforma y purifica. Y cuando no ama, se va consumiendo como un humeante candil.»

Os ánimo a volver, en estos días de silencio en la casa o el hospital, a contactar con la llama que arde en lo secreto de vuestro corazón. «¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro!», decía San Juan de la Cruz. Una llama que es una herida de amor abierta en lo más íntimo del hombre. Cuida esa llama. Aliéntala con tu respiración convertida en oración. Llama ligada plenamente a la llama del fuego de amor que es el Espíritu, donde nace. En tiempo de excitación, de tristeza, de pelea interior, de decaimiento social, activa la llama, activa el calor que te mantiene en pie, viviendo y amando, que es lo mismo. Esa llama te ayudará a entender, a comprender, a mirar, a aceptar, a vibrar y a renacer día a día.

El segundo misterio. Este coronavirus nos está poniendo al descubierto la cantidad de virus que viven en nosotros y de los que estamos contaminados, y con los que vamos contaminando a los demás cada día. Virus perniciosos y peligrosos que, si desconocemos, nos irán apagando la llama de la vida y del amor poco a poco. El virus del individualismo, el virus de la superficialidad, el de la desconfianza, el de la frialdad, el de la ambición o la envidia, el del abatimiento o la depresión o la misma ideología… son virus ligados a nuestra humanidad, a nuestro cuerpo, a nuestra psicología, a nuestra intimidad. Y hemos de aprender a distinguirlos, a diferenciarlos. Nos van infectando, ahogando y cambiando poco a poco. Un coronavirus nos descubre otros muchos virus que también nos enfrían y matan.

Dicen que el coronavirus se diluye con un determinado calor. Quizá no. No soy experto. Pero la imagen me sirve para mirar esta verdad espiritual. La llama de amor viva que arde en nuestro interior, si está bien alimentada y cuidada por el calor del amor, irá eliminando los virus de orden moral o espiritual que nos infectan el alma. El hombre espiritual se purifica íntimamente con el fuego que nace en su alma. Esa es la medicina. Úsala. Es nuestra vacuna y sanación. Te vendrá bien activarla para poder llenar de sol, de luz y de amor todo lo que toques. Y nos vendrá bien en medio de esta crisis, para no dejar que nos mate la frialdad, y para ver crecer la humanidad, la fraternidad y la justicia en las nuestras relaciones.

Oremos y demos gracias por todos los voluntarios del barrio, de las asociaciones, de Cáritas que sirven a los solos o indefensos. Por los que se ofrecen a realizar las mil tareas para adecuar nuevos hospitales y centros asistenciales. Por los que enferman cuidando a los demás. Por los que realizan los trabajos más humildes y sencillos en medio de la crisis. Por los empresarios, ingenieros y personas hábiles, que ponen sus medios, su inteligencia y sus manos para que el sistema sanitario y humano se mantenga.

Y por los que mueren, los que se mantiene en lucha en la UVI, los enfermos y sus cuidadores. Y por los que en las casas o hacinados en habitaciones les va faltando lo esencial para la subsistencia.

Padrenuestro…
Hoy sábado, nos ponemos todos bajo la protección de María, Salud de los enfermos. Dios te Salve María…

 

Antonio García Rubio.