Unidad Pastoral de San Blas
Parroquia de la Candelaria
Día sexto del Estado de Alarma.
Jueves, 19 de marzo de 2020. San José.
Al acabar el día de ayer, me sentí cansado. Era la prueba de que el encierro iba haciendo mella. No podemos dejar de asumir que van a ir llegando días muy duros, en los que necesitaremos una fuerza renovada, una energía limpia y la vitalidad de un joven. Algunos ya vamos estando gastaditos por la edad o por las enfermedades. Es necesario que descubramos dónde están las fuentes de la vida, esos manantiales que siempre están dando un agua refrescante. Y no importa la edad que tenga el manantial. A veces, los más ancianos son los que dan el agua más fina y pura.
Eso quiere decir que hemos de cuidar nuestros manantiales. Cuales son los tres más importantes:
1. La fuente de la sabiduría, que viene del cultivo responsable de las experiencias. Todo lo que sucede nos enseña. Y hemos de estar muy atentos para recibir las enseñanzas y acumularlas ordenadamente. El sabio siempre está atento y despierto para aprender. APRENDE TÚ.
2. La fuente del amor, que viene de cuidar las relaciones humanas. Cada persona es un acicate para limar mis aristas y para aprender a respetar y a valorar positivamente a los otros. Y cuando estoy solo, pues a valorar las ausencia, sin amarguras, sin enfados, sin murmuraciones. El que ama está presto para hacer el bien al otro o a la vida todo el día. Presentes o ausentes. TÚ, HAZ EL BIEN.
3. La verdadera FUENTE, de la que todo mana, en la que todo adquiere vida, luz, consistencia, y de la que mana el mismo amor. La Fuente que hemos de proteger, la que hemos de mantener siempre mandando en el corazón. Es la fuente que da Agua Viva. Es la fuente de la ternura y la misericordia, la FUENTE DE DIOS.
Esto nos hace pensar y buscar. ¿Dónde han encontrado, a lo largo de los siglos, los hombres, la fuerza necesaria para sobrevivir en medio de las dificultades y las opresiones de la vida?
En el APRENDIZAJE (siempre en la escuela de la vida), en HACER EL BIEN (siempre practicando lo mejor para el otro y para el mundo), y en DIOS (siempre buscándole, orando y amándole)
Cuídate por dentro: Las fuentes de lo sabio, lo bueno, de Dios están en tu corazón. Desbrózalas. Tenlas siempre vivas.
Hoy recordamos a San José. La lectura de 2 Samuel, 7, dice: «Él construirá una casa para mi nombre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa durará por siempre en mi presencia.» Estos días estamos en casa, en nuestra casa de hombres, que es para nosotros también, la casa de Dios. Cuidemos la casa que nos cobija. Limpiemos sus estancias, cuidemos la higiene del cuerpo, también nuestra casa, hagamos ejercicio, sentémonos a ratos para leer, hacer silencio, platicar sobre lo importante, buscar luz y ánimo, y silencio. Y oremos. El cuidado de la casa de cada uno de nosotros, es muestra de que estamos afianzados, asentados en el bien y el amor de Dios. Somos templos de Dios. Si te cuidas, tendrás la fuerza, la energía y la vitalidad que necesitas para esta vida rara, impuesta, pero la que es. Siempre el gran don. San José es una ayuda eficaz para cuidar bien la casa, a los otros y a Cristo mismo en nosotros.
Ayer lloré junto a una hermana que había perdido a un familiar. No habían podido ir al entierro, ni acercarse a la familia rota en cuarentena. Es dolorosísimo no poder estar ni abrazar ni besar ni decir unas palabras al oído… Oh, Señor. Qué extraño es todo esto para la humanidad. Acompañemos y ayudemos en la corta distancia que hay de corazón a corazón a los que lo pasan peor. Comunión espiritual.
Hoy, San José, Felicidades a los padres, a los Josés y Josefas, a los seminaristas, a los que cuidan nuestras vocaciones y personas. Buen día para todos. Ah, se me olvidaba, hoy hace 45 años que fui ordenado sacerdote. Os pido un mínimo recuerdo ante el que nos ha elegido a todos para ser sus hijos y para ser hermanos.
Padrenuestro que estás en el cielo…
Dios te salve María, llena eres de gracia…
Antonio García Rubio.