Unidad Pastoral de San Blas
Parroquia de la Candelaria
Día cuadragésimo tercero. Estado de Alarma.
Sábado, 25 de abril de 2020.
De nuevo, buenos días, amigos. Y que la paz rebose en vuestros corazones perplejos ante tanto mal y tanto bien como nos llega a través de la pandemia.
No me resisto a dejar de transmitiros hoy, situando este texto en nuestro contexto cultural y social, y en el ambiente provocado por el coronavirus, las palabras de la 1 carta de Pedro 5: «Queridos hermanos: Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios, para que, a su tiempo, os ensalce. Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros. Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá. Suyo es el poder por los siglos. Amén.»
Sinceramente, parece escrito para nosotros. Y resulta de un valor incalculable. Sería bueno que os ocultaseis en algún rincón de vuestro hogar, en un silencio conmovedor, un silencio en el que se percibiera, sin sonido y sin letra, algo así como una melodía de humilde y solicitada esperanza para la humanidad. Y en ese ambiente de ojos entornados y respiración serena, después de haber invocado la presencia del Espíritu de Jesús, leyésemos de nuevo el texto de Pedro, leído en la eucaristía de hoy. Hazlo muy lentamente. Expulsada la prisa. Sin otro anhelo que la escucha. Aceptando con paz los conflictos y las heridas de tu vida. Y, «teniendo ya tu casa sosegada», que diría San Juan de Cruz. Lee punto por punto, parándote en cada frase. Gustándola. Saboreándola. Quedándote en cada migaja de alimento y de sabiduría que se te ofrezca para tu persona y para tus hermanos. Aprovecha todo. No hay nada que sobre. Todo está escrito con infinito amor para ti. Persevera así unos minutos.
Me fijo en estas cuatro frases. Y os dejo en vuestro creativo silencio:
1. «Tened sentimientos de humildad unos con otros»
No te canses de repetirte y repetir que la humildad es la única puerta de salida al laberinto en el que se encuentra la humanidad. Créelo y vívelo en cada pensamiento, en cada palabra, en cada gesto.
2. «Descargad en él todo vuestro agobio, que él se interesa por vosotros.»
No olvides de practicar cada día esta máxima perfecta. Descarga todo en el Señor. De hecho, Él ya cargó con todo. Pero, ponlo en sus manos y dedícate a hacer el bien. Él se interesa por ti, interésate tú por tus hermanos, por los pobres.
3. «Vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos.»
Esta una verdad universal con la pandemia. Y nos hace renacer la conciencia universal que nos ha transmitido la fe cristiana: TODOS, INDISTINTAMENTE DE QUIENES SEAMOS, SOMOS HIJOS DE DIOS Y HERMANOS ENTRE NOSOTROS. Esto, asumido, te cambiará los pensamientos y los afectos, que a veces se nos paralizan, y se quedan pequeños y enfermizos.
4. «Tras un breve padecer, el mismo Dios os restablecerá, os afianzará, os robustecerá.»
Este es un precioso canto a la esperanza: Es el resumen del canto de todas las aves del mundo, las que cada uno escuchamos en nuestros hogares y lugares de vida. Nada te turbe. Todo se pasa. No pasa nada. El bien se restablecerá, lo bueno se afianzará, la bondad se robustecerá. No temas. Confía. Canta como si fueras un alegre y confiado pajarillo más en esta tierra, que ahora, cuando el mundo se ha parado, ella se regenera.
Y ora con el convencimiento de que eres escuchado. Trae a la memoria a los servidores, a los heridos y a los que vuelan hacia el Señor. Ten paz.
Padrenuestro…
Ave María…
Antonio García Rubio.