VADEMÉCUM SOBRE LA SINODALIDAD

Publicado en Alfa&Omega el 28/01/21 – Manuel Mª Bru es el Delegado Episcopal de Catequesis del Arzobispado de Madrid y miembro de la Comisión Diocesana por la Comunión Eclesial

Si vademécum significa «obra de carácter sencillo», y si etimológicamente significa «ven conmigo», creo que esta es la mejor palabra para presentar este libro de Raúl Berzosa, obispo burgalés de enorme capacitación teológica y capacidad comunicativa, actualmente al cargo de diversos trabajos al servicio del Papa en Roma. En esta obra, titulada Inteligencia pastoral en clave de sinodalidad, comparte su inquietud y su tesón por una Iglesia comunión y misión semper reformanda. Además, la palabra vademécum es también muy apropiada para evocar el contenido del libro, pues si sinodalidad significa «caminar juntos», bien podemos decir que este libro es como una llamada a todos, que nos dice «ven conmigo» para «caminar juntos», es decir, déjame que te guíe sobre esta esencial característica de la Iglesia, a la par don y tarea, en la que soñaron sus pastores desde el primer concilio, el de Jerusalén, hasta el último, el Vaticano II: el sueño de una Iglesia sinodal con la que en este tiempo, especialmente en este tiempo, sueña el Papa Francisco y en comunión con él (quienes de verdad quieren estar en perfecta comunión con él), todos los miembros de la Iglesia.

Empieza precisamente el libro con un capítulo a modo de punto de partida: «¿De qué habla el Papa Francisco cuando habla de sinodalidad?». Y es que, como reza uno de sus epígrafes, efectivamente el Papa Francisco nos ha vuelto a redescubrir la sinodalidad.

En un segundo capítulo nos plantea algunas cuestiones que deben profundizarse. A saber, la interrelación entre colegialidad, sinodalidad y complementariedad en relación con el diálogo entre católicos y ortodoxos, la relación entre sinodalidad y carismas en la Iglesia, o si cuando hablamos de llamada a la sinodalidad nos referimos a una refundación o a una transformación.

En el tercer capítulo se aborda el documento de fundamental: el de la Comisión Teológica Internacional de 2018. En este capítulo se nos presenta la teología de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia. Luego se explican sus diversos sujetos, estructuras, procesos, acontecimientos, y niveles (regional y universal), así como la relación entre la sinodalidad con el ecumenismo y con la diaconía sinodal, para encuadrar la sinodalidad como un caminar juntos en la parresía del Espíritu. Pero tal vez el apartado más interesante sea el de «la conversión para una sinodalidad renovada», en el que, entre otras cosas, se dice que
«todos los miembros de la Iglesia están llamados a vivir en la comunión de la gracia recibida en el Bautismo y llevada a cumplimiento por la Eucaristía: el tránsito pascual del yo entendido de manera individualista al nosotros eclesial, en el que cada yo, estando revestido de Cristo (cf. Gal. 2,20), vive y camina con los hermanos y las hermanas como sujeto responsable y activo en la única misión del Pueblo de Dios». De aquí brota la exigencia de que la Iglesia «llegue a ser la casa y la escuela de comunión. Sin conversión del corazón y de la mente, y sin un adiestramiento ascético en la acogida y la escucha recíproca, de muy poco servirían los mecanismos exteriores de comunión, que podrían hasta transformarse en simples máscaras sin corazón ni rostro».

El cuarto capítulo aborda la necesidad de actualizar y contextualizar la sinodalidad en la Iglesia particular, sobre todo a través de las conferencias episcopales, los sínodos diocesanos y las mismas parroquias.

Y el quinto y último, a modo de epílogo, se titula «Vino nuevo en odres nuevos», y tras referir próximos eventos del ejercicio de la sinodalidad, concluye que «el Papa Francisco está abriendo iniciativas nuevas, con incidencia en lo teológico-eclesial, en lo canónico, y en lo pastoral-evangelizador. La inteligencia pastoral, en decidida clave sinodal, se abre a originales, creativas y fecundas propuestas».